AIRE

Abro los ojos, y respiro profundo,
una puñalada de dolor se ha clavado en mi pecho,
me comprime la mente 
generando miedo, ansiedad;
a mí no por favor. 
Abro los ojos, otra vez,
no qué día de la semana es, 
ni qué día del mes, 
y las horas entre las sábanas
cada vez le molestan más a mi piel.
Un pequeño rayo de sol se cuela por las rendijas de mi persiana
y con mis manos aún dormidas
intento agarrarlo con fuerza.
Con cuidado enderezo mi cuerpo entumecido, 
hasta sentir el frío en las plantas de mis pies
y voy hacia esa luz que me susurra cada mañana.
Cierro los ojos para iluminar mi habitación, 
y confío en el tacto de mis manos
para conseguir levantar la persiana,
abrir la ventana
y respirar. 
Cierro los ojos, no necesito ver para parar el tiempo en este momento, 
para que el viento lance mi pelo sobre mi cara,
para que el sol abra cada poro de mi piel,
para que esa presión en el pecho desaparezca, 
para que el aire tranquilice a mi ser.

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